domingo, 27 de abril de 2008

Buenos Aires ¿Ciudad libre de humo?

La gran mayoría de las ciudades del mundo juegan a exhibir la etiqueta que da título al post que están leyendo, y de hecho, lo hacen con orgullo.
Ya prácticamente, me comentaban viajeros que hacen del avión su segunda, y en ocasiones primera casa, no queda espacio en capitales como Londres, New York o Rio de Janeiro para que el placer adictivo del cigarro pueda desarrollarse con libertad, más allá de lo que para cada uno de nosotros signifique libertad.

En rigor de verdad, según parece, solo quedan espacios como plazas y veredas, con lo inconveniente que podría llegar a ser, por ejemplo, tratar de fumar al aire libre en pleno noviembre en Europa o el norte de América. En fin: cada uno hace de su vida lo que mejor puede y eso también incluye el aniquilarse lentamente por un precio razonable.

Pero hace poco, saliendo apurado porque así se vive por estos días, me topé con otro humo, que no era el de los colectivos a quien nadie controla, que no era el de las fábricas a quien nadie controla, ni tampoco la actitud adolescente de alguien a quien se le antojaba desafiar la norma y fumar donde se lo prohíben. Si, acertaste. La quema de los pastizales, el humo bah, reinaba por la avenida, doblaba por cada esquina, se metía sin permiso en tu casa y en la mía hasta el punto de lo surreal.
Por momentos no me fregaba los ojos por las consecuencias de una actitud tan añeja como irresponsable, sino porque, sencillamente, no lo podía creer. El correr de los días me demostraría que la convivencia no sería sencilla con el fenómeno y no pude evitar pensar.

Entonces, pensé en un guión, pensé en lo irreal de la situación, pensé en lo que se hizo y en lo que no también, pensé en los responsables, pensé en los irresponsables, para finalmente decantar que pensar tanto cuando los que deberían hacerlo para evitar lo sucedido no lo hacen, es solo atentar contra uno mismo. Para colmo, prestigiosos ecologistas sostenían que el fenómeno se debía no solo a la quema, sino a las pésimas condiciones de nuestro medio ambiente (que, enfrentémoslo, no tiene retorno) y generarán nuevas situaciones, con similares características.
¡Socorro! Al momento de postear este comentario Buenos Aires vive (¿o convive?) nuevamente con el humo.


Durante algunos años, siempre y ante situaciones donde lo tangible tiene el aura de lo irreal, mis mayores repetían: “no te preocupes, ya vendrán tiempos mejores” y así seguían esperando y esperando un tiempo bendito con finales felices.

Cansado y aburrido de escuchar el lamento optimista de ellos, una vez repetí la misma frase, pero no pude evitar, un poco en broma pero también en serio, cambiar el final, al menos me parecía honesto conmigo mismo.

Por eso, ante tanta falta de previsión en desastres naturales de este tipo y por los que vendrán, no pude evitar traer mi intervención sobre la frase de mis mayores. Para mi se trata de “no te preocupes, ya vendrán tiempos peores”. Lo que no imaginaba es que tan cerca estarían.

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