viernes, 12 de septiembre de 2008

Algunas consideraciones sobre Estación Central


Brasil es un país de contrastes, tantos, que toda esa diferencia parece la locación ideal para retratar todas las miserias y penas del género humano.

Estación Central centra su análisis en la relación entre una jubilada escritora de cartas y un niño huérfano de madre en búsqueda de su padre, en el otro extremo de ese inmenso país con extensión de Continente que representa Brasil. Y será en ese viaje donde Señora y niño mutarán de sus primitivas posturas personales hasta aprender a quererse tras superar los más variados contratiempos.

Se trata de una película con personajes que desnudan sentimientos con el pudor de los que no tienen nada, excepto ellos mismos. Es en ese punto donde la dirección de Walter Salles resalta por su lado sensible, pero por sobre todo, al no caer en previsibles y lacrimógenos lugares comunes, aun en temas tan espinosos como sensibles: la desaparición física que genera la muerte, la generosidad, la búsqueda del paraíso en la figura de un padre.

Pero no todo el esqueleto de Estación Central se basa en sus personajes, si no que el otro gran protagonista es el paisaje, que refleja casi de manera surrealista, un Brasil que no espera a todos sus pobladores, y en el que viven los delincuentes, los fans de religiones con preceptos dudosos y los pobres más pobres.

Sobre esta arquitectura de tristeza en ruinas se erige esta historia, en la que a pesar de todo, se invita a confiar, a creer en el ser humano.


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